El nacimiento de Paseo de la Reforma

Hace más de 150 años uno de los proyectos de urbanismo más ambicioso y personal tuvo lugar en la Ciudad de México. Nació bajo el nombre de Paseo de la Emperatriz hasta que finalmente adoptó el nombre de Paseo de la Reforma.

Una de las avenidas más importantes de la capital mexicana, se construyó bajo el mandato de Maximiliano de Habsburgo y Carlota Amalia de Bélgica, quienes ostentaban el título de emperadores de México.

La construcción del Paseo de la Reforma se debió a los insistentes reclamos de Carlota hacia Maximiliano, ya que él no regresaba a su casa  – el Castillo de Chapultepec –  por las noches, debido a las malas condiciones del camino, que en épocas de lluvia, detenían o atascaban el carruaje real. Aunque algunos historiadores de la época, señalan que el emperador, gustaba de la compañía de mujeres por la noche, motivo por el cual, su ausencia en el Castillo provocaba el malestar de la emperatriz.

Finalmente, tras una serie de discusiones Maximiliano encarga la construcción de una vía en línea recta, que comunique el Castillo de Chapultepec con la Glorieta del Caballito. Los comisionados de la obra serían los arquitectos Carl Gangolf, Ramón Rodríguez Arangoiti y los artistas de la Academia de San Carlos, Felipe Sojo, Miguel Noreña y Santiago Rebull.

Una vez establecidos todos los lineamientos para su construcción, el trabajo estaría a cargo del ingeniero Luis Bolland Kuhmackl.

Se planeó la construir una avenida espectacular con amplias y arboladas avenidas, glorietas, camellones y ornamentado con fuentes y esculturas, que diera brillo y elegancia al imperio del nuevo emperador.

La primera sección fue bautizada con el nombre de Paseo de la Emperatriz. Era una vía que no conducía a ninguna parte y fue utilizada como un paseo ecuestre para uso exclusivo de la corte imperial. Incluso se promulgo un escrito el cual decía: Queda estrictamente prohibido el tránsito público en dicha vía, incluyendo toda clase de vehículos, bestias de carga y cabalgaduras. Igualmente se prohíbe el tránsito de entierros, procesiones y cualquier clase reuniones de gente en la calzada, si no es con la autorización previa del emperador.

Sin embargo, durante el llamado Segundo Imperio Mexicano, la lucha de Benito Juárez por recuperar la soberanía nacional, ocasionaría que el Paseo del Emperador nunca se terminará; es decir, ni Maximiliano ni Carlota lo pudieron ver concluido, ya que la muerte sorprendió a uno y la locura a la otra.

En el período de Sebastián Lerdo de Tejada, ya muerto Benito Juárez, se continuaron las obras del Paseo, se trazaron las glorietas, se amplió su anchura, se plantaron árboles, y se colocó la estatua de Cristóbal Colón elaborada en París, y recibió su nombre definitivo: Paseo de la Reforma.

Conocer la historia de nuestro país, nos permite encontrarnos con personajes maravillosos. Desde un emperador liberal que fue invitado por conservadores, hasta una emperatriz que perdió la cordura tras la muerte de su esposo.

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