Tiburones y el Mar de Cortés

Desafortunadamente para muchas personas la palabra tiburón es sinónimo de sangre, que ataca indiscriminadamente y sobre todo, que le gusta la carne humana. Lo más triste es que muchos sí creyeron que esta especie se comportaba como en la película Tiburón (JAWS).

Tras la exhibición de la película en el año de 1975, se registró una caza masiva de tiburones, porque se creía que estaban al acecho de la gente cuando se metía al mar. De acuerdo con reportes de organizaciones ambientalistas y científicos, se estima que cada año son asesinados 100 millones, para obtener su aleta y realizar la popular sopa china de aleta de tiburón, entre otros derivados del cuerpo.

El villano de la película

Gracias al esfuerzo de conservacionistas, gobierno y organizaciones no gubernamentales, se han emprendido en diversas regiones del mundo, campañas para hacerle saber a la gente que el tiburón vale más vivo que muerto.

A través del ecoturismo, las regiones pesqueras pueden encontrar nuevas fuentes de recursos económicos que ayuden a su subsistencia y a su vez, beneficiar el entorno y hábitat de estos animales.

Científicos e investigadores, con datos e información sobre la naturaleza del tiburón, demostraron que al final, el villano de la película no era el ‘malo’ y los ‘buenos’, eran los verdaderos depredadores.

El lugar por excelencia para conocerlos y estudiarlos se encuentra en México. En las aguas que rodean a la Península de Baja California navegan 34 de las más de 350 especies de tiburones que existen en el mundo. Entre el Mar de Cortés y las Islas Revillagigedo, a 386 km. al sur de Cabo San Lucas, pueden verse sobre todo tiburones pertenecientes a dos familias, la Requiem y la Sphyrnidae.

Fundación Carlos Slim en alianza con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) México, desde 2008, emprendieron un programa de conservación de especies en peligro de extinción o amenazadas y sus hábitats en el Mar de Cortés y la Península de Baja California: las grandes ballenas, delfines, tiburones y tortugas marinas.

Ahí se desarrolla un programa de conservación al lado de los científicos mexicanos más reconocidos: juntos han promovido prácticas de pesca que no afecten a estas especies y que beneficien a los pescadores locales y sus familias, quienes dependen de estos recursos y juegan un papel clave en el aprovechamiento sustentable de la biodiversidad marina.