El Niño y La Niña, ¿cómo nos afectan?
El Niño y la Niña son dos fenómenos meteorológicos que afectan al planeta tierra de forma completamente opuesta.
Mientras que El Niño (desencadenado por un calentamiento en el Pacífico Ecuatorial) puede secar plantíos de arroz en Asia, de cacao en Ghana, de café en Indonesia y de caña en Tailandia; la niña puede erosionar aún más una región que de por sí es seca y puede inundar aquella de clima normalmente húmedo.
Este fenómeno no es nuevo: hace siglos, pescadores peruanos notaron que el mar a menudo se ponía más cálido hacia fin de año y llamaron a este fenómeno El Niño, por la cercanía de la Navidad o la celebración del nacimiento del niño Jesús.
Pero no fue sino hasta 1960 que los investigadores lograron comprender a plenitud este fenómeno, reconociendo el vínculo entre una superficie de agua cálida y los correspondientes cambios atmosféricos. Así, completaron su nombre: El Niño/Oscilación Meridional.
La Niña fue bautizada en 1980, mientras que los investigadores entendían que sus patrones no eran tan simples: “La Niña es más parecida a una mayor intensidad de lo ‘normal’”, dijo Kevin Trenberth, científico senior en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos en Boulder, Colorado.
Esta genera más huracanes, que no necesariamente se traducen en muchas pérdidas, lo que es más significativo es ver dónde se forman las tormentas, según Peter Hoepper, director del Centro de Investigación de Riesgos Geográficos de la aseguradora alemana Minich RE. En caso de que La Niña se genere a principios del verano, está latente el pronóstico de un clima caliente y seco, lo que dañaría el periodo de polinización de las plantas.
El Niño, por su parte, produce un invierno más suave en todo el norte de Estados Unidos, La Niña, a menudo trae más frío en el noreste del Pacífico, al norte de las grandes llanuras y en partes del Medio Oeste.
Sin embargo, a los productores de gas natural les gusta más La Niña: tienen la esperanza de que se van a producir temperaturas más cálidas en el verano y la posibilidad de temperaturas más frías en invierno.
En Latinoamérica, específicamente en Brasil, La Niña es más peligrosa que El Niño porque afecta de forma significativa la producción agrícola, dijo Eduardo Assad, investigador del clima en Embrapa, una institución estatal brasileña dedicada a investigaciones agrícolas. Esto se debe a que puede traer condiciones de mayor sequía, que a su vez pueden dañar el abastecimiento de agua empeorando la crisis hídrica en Sao Paulo, agregó.