Lobo mexicano, valentía y poder en el México prehispánico

[:es]Actualmente el lobo mexicano está al borde de la extinción a pesar de los esfuerzos realizados por organismos gubernamentales y asociaciones protectoras. Como resultado del trabajo en conjunto se ha podido conocer más sobre él para lograr reintegrarlo a su hábitat. Se convirtió en una especie debilitada por el entorno que la rodea.

Sin embargo, en el México prehispánico, el lobo mexicano era sinónimo de un ser poderoso, ocupando una posición relevante dentro de las estructuras sociales mexicas.

En la Pirámide de la Luna en Teotihuacán y en el Templo Mayor se han encontrado vestigios donde se reconoce a esta especie con atribuciones míticas. Incluso está relacionado con la diosa Chantico y a la deidad canina Xólotl.

De acuerdo al estudio “El lobo mexicano (Canis lupes baileyi) en el contexto cultural prehispánico”, hecho por la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies, A.C. (AMMVEPE ) son varios los textos de la época que hablan directa o indirectamente de su relevancia en la vida social, cultural y política.

La historia más conocida del México prehispánico, nos relata la presencia de dos órdenes guerreras conocidas como caballeros águilas y caballeros jaguar. Los primeros procedían de la clase gobernante, en tanto que los segundos pertenecían al grupo social dominante y había una tercera orden poco conocida llamada caballeros pardos, cuyos integrantes procedían del pueblo: nacidos de la gente baja y de hombres de poca suerte.

Los guerreros pardos al parecer tenían como animal distintivo al lobo y eran reconocidos por su valor en las batallas, podían vestirse de algodón, traer zapatos en palacio y asistir a los banquetes aunque nunca, no importando la valentía demostrada y los cautivos que hacían, podían llegar a ser tigres o águilas.

Durante el imperio mexica al lobo se le llegó a conocer como:
Cuetlachtli: algo (tipo animal) que ataca.
Itzcuinquani: el que posee la capacidad de matar perros.

En la versión náhuatl de Historia General de la Cosas de Nueva España, Fray Bernardino de Sahagún lo describe como:
Cuitlachtli o Cuetlachtli, éste es lanudo, de pelo enredado, gruñón lanoso, obscuro, cola tupida. Cuando viejo, su cola es enmarañada, por todas partes su pelaje es enmarañado. Es de orejas pequeñas, redondas, redonda, ancha es su cara, como rostro humano, con hocico grueso y corto. Jadea mucho; es un gran silbador. Cuando silba se aterroriza uno. Es como si un arcoíris saliera de su boca. Muy listo es-un gran cazador de sorpresa, un espía que se agazapa. El caza; apresa, silba.”

El mismo Sahagún, describe que en la fiesta llamada Tlacaxipehualiztli, en la cual se llevaba a cabo, entre otras actividades el sacrificio de guerreros capturados, el sacerdote encargado de conducir al prisionero al sacrificio portaba un pellejo (su piel) de cuetlachtli y su nombre era Cuitlachuehue (lobo viejo).

En el libro, Historia Natural de Nueva España del español Francisco Hernández, escribe respecto al cuetlachtli o lobo de las indias. “Es parecido al lobo de nuestra tierra en color, tamaño y costumbres, y aún, en mi opinión, de su misma especie aunque de cabeza más grande. Ataca al ganado vacuno lo mismo que nuestro lobo, y a veces también al hombre. Se encuentra algunos blancos cuya imagen damos también. Vive en lugares cálidos de Nueva España”.

Para los autores del estudio publicado en la revista AMMVEPE no se puede pasar por alto la semejanza que existiría entre estos caballeros pardos y una manada de lobos, pues en ambos casos su sobrevivencia depende primordialmente de su número y capacidad de actuar en conjunto.

 

Vía: Revista AMMVEPE[:]