La visita de la ballena gris en aguas mexicanas
La ballena gris, majestuoso animal que elige las costas de Baja California Sur como un lugar de reposo. Desde los mares de Bering, Chukchi y Beaufort en Alasksa, recorren 12 mil kilómetros en el Océano Pacífico, con un sólo propósito, dar a luz a sus crías.
Las hembras adultas en promedio miden 15 metros y pesan 30 toneladas, mientras que las crías llamadas ballenatos nacen con 5 metros de largo y 600 kilogramos de peso.
Su llegada anual es sinónimo de buena ventura para los lugareños y turistas. Este año, en la región se ha tenido el avistamiento de más de 800 ballenas grises.
En el complejo lagunar Ojo de Liebre-Guerrero Negro 708, en San Ignacio 79 y aproximadamente 80 en Bahía Magdalena.
Actualmente su número se calcula en 26 mil ejemplares, y con las actuales leyes internacionales que las protegen nacen en promedio más de mil crías, todas ellas en aguas de Baja California Sur.
Sin embargo, su presencia bien podría ser una leyenda, una historia narrada de generación en generación.
A principios del siglo XX, quedaban menos de mil ballenas grises en el mundo. La caza indiscriminada para el aprovechamiento de su grasa, la cual se utilizaba como aceite para alumbrar lámparas, casi las lleva a la extinción.
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La Comisión Internacional Ballenera, acordó una veda permanente para la ballena gris en 1949. México forma parte de este grupo de países que buscan la protección de esta especie.
En 1972 el gobierno mexicano decretó la creación de los primeros santuarios de ballenas en las lagunas San Ignacio y Ojo de Liebre-Guerrero Negro, ubicadas dentro de la Reserva de la Biosfera El Vizcaino en Baja California Sur.
El Santuario de Ballenas de El Vizcaíno, fue inscrito como Sitio de Patrimonio Mundial de la Humanidad, como el mejor sitio en el mundo para la reproducción y crianza de la ballena gris.
La Alianza Fundación Carlos Slim – WWF México, desde 2008, emprendió un programa de conservación de especies en peligro de extinción o amenazadas y sus hábitats en el Mar de Cortés y la Península de Baja California, entre las que se encuentran las grandes ballenas, delfines, tiburones y tortugas marinas.
Además desarrolla un programa de conservación al lado de los científicos mexicanos más reconocidos: juntos han promovido prácticas de pesca que no afecten a estas especies y que beneficien a los pescadores locales y sus familias, quienes dependen de estos recursos y juegan un papel clave en el aprovechamiento sustentable de la biodiversidad marina.