La Torre Latinoamericana, testigo del México moderno
En el corazón de la Ciudad de México, una construcción de acero y vidrio se levanta majestuosa con sus 182 metros de alto. Impasible al paso del tiempo y a las generaciones que la visitan, la Torre Latinoamericana, es un ícono no sólo para una ciudad, sino para toda una nación.
Han transcurrido 60 años desde su inauguración. En 1949 cuando se inició su construcción, los medios nacionales se entusiasmaron con el proyecto y anunciaban que “la ciudad de México dejaba atrás el provincianismo”. La inspiración para su diseño se baso en el Empire State Building de Nueva York.
En aquellos años de mitad de siglo, el auge mundial por los rascacielos era símbolo de fortaleza económica y poder.
Marcó historia al ser el primer rascacielos donde se utilizó el vidrio y el aluminio. Su estructura de acero fue traída desde Houston, Texas. El resultado, un coloso de 25 mil toneladas.
En 1957, el terremoto que hizo caer al Ángel de la Independencia, puso a prueba los 45 amortiguadores sísmicos con los que cuenta la Torre Latino. Ese mismo año se le otorgó el premio del American Institute of Steel Construction, por ser el edificio más alto que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica.
Fue el edificio más alto de la Ciudad de México desde su construcción en 1956 hasta 1972. Ahora es el quinto edificio más alto de la ciudad y el noveno a nivel nacional.
Quedó intacta tras el terremoto del 19 de septiembre de 1985. Ese día, Porfirio Callejas, empleado de mantenimiento, se encontraba pintando la antena de la Torre, por lo que le tocó vivir el terremoto desde el punto más alto de la ciudad, aferrado a la antena que se movía de un lado a otro.
Actualmente en el lugar trabajan alrededor de dos mil personas. Recibe a más de medio millón de personas al año, en su mayoría turistas que buscan disfrutar de la vista en el mirador ubicado en el piso 41.
La Torre Latina, es considerada uno de los rascacielos más seguros del mundo.
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Vía: WikiMéxico
