Leona Vicario la mujer que apostó su fortuna y reputación por la Independencia de México
La Independencia de México tiene grandes personajes que blandieron sus espadas en gestas heroicas. Sus hazañas e historias, se han contado en todas las regiones de México y cientos de investigadores dedican su vida a las vidas de aquellas figuras que nos dieron patria.
Una de las figuras centrales en la lucha independentista de nuestro país, fue Leona Vicario. Su nombre completo era: María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador. Nació el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México y murió en 1842 a los 53 años.
Su padre murió cuando era niña y su madre al cumplir 17 años, por lo que desde ésa edad quedó bajo tutela de su tío Agustín Pomposo Fernández, un reconocido abogado.
Perteneció a una familia adinerada que le permitió recibir el tipo de educación que sólo los hombres ricos recibían en esa época. Tuvo un especial interés por la lectura y la escritura.
Fue miembro de los “Guadalupes”, un grupo que le brindó gran apoyo a Mariano Matamoros y José María Morelos y Pavón. A esta comunidad también perteneció Ignacio López Rayón.
En el movimiento independentista distribuyó correspondencia rebelde, prestó su casa como punto de reunión, ayudó a las familias de los apresados, reclutó jóvenes para la lucha e invirtió su fortuna en armas.
Colaboró en varios periódicos como “El Ilustrador Americano”, “Seminario Patriótico Americano” y “El Federalista”. Es considerada por los historiadores como la primera periodista del país.
Publicó informes en clave para los insurgentes y tomó nombres de personajes literarios para referirse a los revolucionarios. Ella firmaba como “Enriqueta”.
Al descubrirla como partidaria de los insurgentes, sus bienes fueron confiscados y fue recluida en el convento de Belén de las Mochas, de donde la ayudaron a fugarse.
Se casó con Andrés Quintana Roo y tuvo dos hijas, la primera dentro de una cueva cuando ambos se encontraban huyendo. Antes de la Consumación de la Independencia ambos fueron indultados.
Como retribución por sus bienes confiscados le otorgaron una hacienda en Ocotepec y dos casas en la Ciudad de México. Al rentar la planta baja de una de ellas recibió como inquilino a Antonio López de Santa Anna.
Fue declarada “Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria”, siendo la única mujer en tener un funeral de Estado; sus restos descansaron primero en el panteón de Santa Paula y en 1900, fueron enviados a la Rotonda de las Personas Ilustres, hasta su traslado en 1925, a la Columna de la Independencia.
Vía: Notimex
Imagen tomada de internet
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