Centro Histórico de la Ciudad de México
El Centro Histórico de la Ciudad de México, es un testigo inmutable del desarrollo del país, sus edificios y calles han sido escenarios de todo tipo de actividades culturares, políticas y sociales a través de las distintas épocas que ha vivido la sociedad mexicana.
Una leyenda dio vida al punto neurálgico más importante de la nación.
Cuenta la historia que antes de que se fundara México Tenochtitlan, el dios Huitzilopochtli, le dijo a los Aztecas que salieran de Aztlán para buscar ‘un lago con un islote, en el cual habría una roca y sobre la roca un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente’.
La leyenda se transformó en realidad y sobre este lugar se edificaría uno de los centros políticos y religiosos más importante del continente americano.
El imperio Azteca tendría un auge y dominio sobre la región hasta su caída tras la conquista española en el año de 1521.
Incluso durante la época colonial, este sería el punto más importante de la de la Nueva España, desde aquí se despacharían los asuntos del nuevo mundo y sería hogar de los virreyes.
Desde la colonia hasta nuestra época, los tres edificios más importantes del primer cuadro de la ciudad son: El Palacio Nacional, el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y la Catedral mexicana, que a su vez rodean la plancha del zócalo, que no es zócalo, pero así le nombró el pueblo.
Tras la independencia en el año de 1821 y las convulsiones sociales que le prosiguieron a México, distintos personajes ocuparían el Centro de la Ciudad de México para despachar los asuntos oficiales: el siempre controvertido Antonio López de Santa Anna; el emperador Maximiliano de Habsburgo; el benemérito de las américas Benito Juárez y el general Porfirio Díaz que terminaría su mandato en el poder ante el inicio de la revolución mexicana.
Durante los posteriores años de transición, el Centro Histórico de la Ciudad de México fue el escenario de grandes construcciones de corte europeo que poco a poco se apoderaron de los espacios públicos. Desde el barroco, pasando por lo churrigueresco hasta llegar al art nouveau, las principales calles del centro mostraban el ‘inicio de un México preparado para la modernidad’.
Uno de los momentos que más se recuerdan del México revolucionario es la fotografía que se tomaron Emiliano Zapata y Francisco Villa en Palacio Nacional. Los dos caudillos incorruptibles de revolución habían tomado la capital mexicana. Un trofeo para el movimiento y un espectáculo para los residentes de principal Ciudad de México.
Con el transcurrir de los años y con la anuencia de las autoridades, la zona se convirtió en un foco rojo: los vendedores ambulantes invadirían las calles, la violencia y los asaltos, obligarían a sus visitantes a evitar la zona.
Durante el terremoto de 1985, muchos de los edificios se vinieron abajo, los años y el deterioro ayudó a que sólo quedaran escombros.
A pesar de no estar en las mejores condiciones, la UNESCO declararía en 1987 al Centro Histórico de la Ciudad de México, como Patrimonio Cultural de la Humanidad debido a las joyas arquitectónicas que alberga.
A comienzos del siglo XXI, ante la urgencia de rescatar el patrimonio histórico de los mexicanos organizaciones civiles, empresarios, personalidades públicas y autoridades crearon el fideicomiso del centro histórico que tendría como objetivo un programa integral para la conservación de edificios históricos, la gestión del turismo sostenible y la educación de los visitantes.
Entre muchos ejemplos de rescate arquitectónico destaca el edificio de la Esmeralda, mejor conocido por albergar el museo del Estanquillo.
Hace 14 años iniciaron diversas intervenciones en el primer cuadro de la capital: la calle de Francisco I. Madero es de uso exclusivo para peatones; la calle de Regina que alguna vez fue de las más abandonadas, actualmente cuenta con una casa de cultura llamada Casa Vecina, y registra una de las mayores actividades económicas debido a los jóvenes que la visitan.
El Centro Histórico de la Ciudad de México, es un cúmulo de historias personales, nacionales e internacionales que nunca terminarán mientras exista patria que albergue a los mexicanos.