Día del Adulto Mayor

La celebración del Día del Anciano, data de 1982 cuando se celebró la Primera Asamblea Nacional Internacional de la Organización de las Naciones Unidas, dedicada al tema del envejecimiento.

En México, se festejó a los adultos mayores por primera vez en 1983, llevándose a cabo en la Ciudad de México y al año siguiente en Monterrey. Posteriormente, en 1998 se decidió conmemorar en todo el país, el 28 de agosto, el Día del Anciano.

Fue hasta esta última década cuando la celebración en honor de los ancianos cambió de nombre por el de: “Día del Adulto Mayor” y dado que la población se ha ido dando cuenta que cada vez son más los ancianos en nuestro país, la fecha se ha hecho sustancial.

De acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), en los próximos 26 años se triplicará la población de adultos mayores en nuestro país. Se estima que si en 2006 había cerca de 8.6 millones de adultos mayores (personas de 60 años o más), quienes representaban 9.0 por ciento del total de la población; para el año 2020 serán 15 millones y para el año 2030 habremos rebasado los 22 millones.

Esto se debe al aumento de la esperanza de vida en nuestro país: si antes se calculaba que un individuo podía envejecer hasta los 50 años ahora llega tranquilamente hasta los 70; ello motivado por el mejoramiento de las condiciones de vida, particularmente por el esfuerzo que se ha hecho desde hace más de tres décadas en materia de salud y alimentación, lo que habla bien de este sector gubernamental.

El 25 de junio del 2002 en México se publicó la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, creándose el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam). Con esta Ley el Instituto se confirmó como el órgano rector de las políticas públicas de atención hacia las personas de 60 años en adelante, con un enfoque de desarrollo humano integral en cada una de sus facultades y atribuciones.

Falta mucho para gozar de una cultura de la solidaridad social y del respeto a las figuras que representan autoridad en el seno de la familia, entre ellas la cultura del afecto y cuidados para los ancianos, el asunto ha ido cambiando poco a poco. Pero se debe seguir procurando acciones sociales y gubernamentales a su favor para darle a los seres humanos un lugar decoroso, sea cual fuere la etapa en la vida en que se encuentre.